lunes, 2 de noviembre de 2020

A mis muertos

Siempre, desde que conocí sobre lo que trataba el día de muertos, he querido poner un altar, ya que tristemente, tengo muchas personas a las qué poner ofrendas. Sin embargo, jamás lo he hecho, por una cosa u otra, ni si quiera lo empiezo.

Veo siempre cosas en Internet sobre ello, que se pone desde ciertos días de octubre porque cada día que pasa se va agregando algo nuevo a la ofrenda, teniendo cada cosa un significado distinto. Que al día 28 de octubre se prende la primer vela y se coloca una flor blanca para recibir a las ánimas solas, que al día 30 se prende otra vela, se coloca un vaso de agua y pan blanco para los difuntos que se fueron con hambre y tuvieron un accidente, el 1 de noviembre se pone toda la comida porque es el día de todos lo santos y es cuando  llegan las almas de los fallecidos siendo niños,  al día 2 finalmente, el día de los fieles difuntos, se reciben a aquellas almas de los adultos muertos, que llegan a recoger y a comer la ofrenda que les colocaron sus familias.

Yo realmente, no sabía a detalle todo esto. Muchos me han dicho que no siempre se siguen estas reglas de los días, tengo amigos que ponen el altar el mero día 2, otros desde una semana o unos días antes, pero que lo importante siempre es el detalle de hacerlo. El ofrecer un pedacito de nuestro mundo a aquellos que en el más allá probablemente aun lo extrañen. El hacerles saber que los seguimos pensando, y queriendo y extrañando.

Desafortunadamente, en mi casa nunca se ha acostumbrado eso. Mi mamá no gusta de la tradición, no sé por qué, me dice sólo que si no le gusta ir si quiera a los panteones, qué le va a andar gustando armar altares. Y aunque a mí la idea siempre me ha llamado la atención y he tenido ganas de hacerlo desde hace mucho, nunca me he animado completamente por lo mismo que, las nulas ganas de mi mamá se llevan a las mías, me desanima ser la única que quiere hacerlo, siento que el significado del acto se pierde al no participar toda la familia.

Mi mamá se muestra escéptica respecto al tema. No cree, o al menos es lo que me ha hecho pensar, que esas cosas "funcionen". A mí me gusta pensar que sí. Me gusta pensar que todos seguimos conectados de alguna manera, así hayamos pasado ya a una mejor vida, que la gente que muere puede volver, al menos una vez al año, a visitar en los sueños a sus seres queridos, o hacerse presente al escuchar una canción, al pasar por algún lugar, al probar una comida, pero que no sólo sea el recuerdo que uno crea en su mente, si no que son ellos realmente y están en alma con nosotros. Porque yo creo en la existencia del alma y que esta nunca desaparece.

Y cuando no están aquí abajo, me gusta creer que nos miran desde algún otro lugar, nos guían y nos protegen. Pero luego pienso, tanta gente que ha muerto desde el principio de los tiempos, ¿dónde están todos metidos?, son demasiados, ¿a dónde va a parar realmente toda esa gente?. ¿Todos ellos están haciendo lo mismo?, ¿en dónde?, ¿habrá algún tiempo límite para los muertos que los obliga a desaparecer completamente una vez llegado este?, ¿de acuerdo a qué se mide si es que existe?, ¿cómo es el lugar donde se encuentran?...

Por cosas como esas que no se logran y creo, jamás se lograrán explicar, es que me envuelvo en el mismo escepticismo en el que vive mi mamá. Porque vivimos realmente sólo de leyendas, de mitos, de sueños y esperanzas, no sabemos realmente nada de nada, sólo lo que hemos creado y hemos decidido creer como cierto, pero que de alguna manera, nos llena y da consuelo. Y creo que con eso es suficiente.

Por eso me gusta creer que todo esto sí pasa, por qué yo sé que pasa, que ellos vienen y comen, y ríen,  recuerdan lo que era estar vivo. Y por eso también, me pone triste no poder darle a mis muertos la oportunidad de disfrutar el viaje de vuelta. Me pregunto si estrictamente será necesario el altar y su camino de cempasúchil, o sólo basta con el amor y el anhelo de tenerlos aquí conmigo, aunque sea sólo en sueños, para que la deidad o quien sea, les permita venir  a vernos.

Lo siento de nuevo por no haber puesto un altar, prometo que lo intentaré el otro año... pero sepan que los amo, los amaré siempre y mientras siga latiendo lo que llevo por corazón, sus nombres jamás dejarán de ser pronunciados y su recuerdo jamás será olvidado. 

Feliz día de los Fieles Difuntos.

Guadalupe Vera, Raúl Valero, Raúl Valero Saldaña, Yolanda Morales, Dulce, Bolita, Gizmo, Ángel Vazquez, los llevo conmigo.



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